Ubicada en Dénia, Valencia, esta vivienda partía de la voluntad clara de diseñar una cocina cálida, funcional y coherente con la arquitectura circundante. La idea ha logrado materializarse gracias a una propuesta de diseño que encuentra en las curvas no solo un recurso estético, sino un hilo conductor que actúa como columna vertebral del espacio. Las ondulaciones del mobiliario provocan una sensación de fluidez natural, a la vez que establecen una transición orgánica con las demás estancias y diluye los límites visuales.
La arquitecta Tamara de la Encarnación, en colaboración con el estudio Angulo+Vidal Arquitectos, ha sido la encargada del diseño de la cocina en la reforma de esta vivienda vacacional en Dénia.

Una propuesta arriesgada, pero única
Las líneas simples, las tonalidades claras, las aperturas en arco y la utilización de materiales resistentes establecen un diálogo donde conversan la arquitectura y el diseño de la cocina.
«La cocina, en este proyecto, no solo cumple una función, sino que ha sido concebida como un espacio bello, familiar, abierto y fluido. Sabía que era arriesgada, pero también que podía convertirse en un proyecto singular. La cocina se concibe como el corazón de la vivienda. Su forma curva aporta dinamismo y, más allá de la estética, la convierte en un espacio ergonómico. La propia geometría va conduciendo de manera natural hacia la zona de comedor. «, comparte Tamara.
Esta cocina puede dar la primera impresión de ser poco funcional, sin embargo, brinda algunas ventajas. Las formas redondeadas eliminan la presencia de esquinas, lo que deriva en un movimiento mucho más natural y ergonómico. Las curvas suavizan los recorridos, generan una percepción de espacio aumentado y resultan en transiciones más fluidas entre estancias. Además, esta posibilidad de diseño no resta capacidad de almacenaje a la cocina, ya que la apertura de la puerta es completa, y se aprovecha totalmente la profundidad.
La experiencia artesanal como punto clave
Esta cocina a medida exigía las manos de profesionales que fueran capaces de desarrollar su planimetría y de ejecutar su fabricación. Para ello, la arquitecta depositó su confianza en Óscar Correcher, de Fustería Correcher y Saitra.
En este contexto, más allá de los superficial, la curva es una decisión técnica que requiere un saber hacer preciso y un cuidado del detalle extremo. La ejecución de piezas redondeadas en madera y su perfecta integración con las encimeras en piedra natural hablan de un claro dominio en la fabricación personalizada.
Una de las piezas protagonistas es la gran península central, que se ajusta a la geometría del entorno con un frente angular y acabado en madera natural. La encimera, también curvada, es el remate final del conjunto, alojando una zona de cocción y fregado integrada a la perfección.
El resto del mobiliario se despliega a ambos lados del espacio, con columnas de almacenaje y módulos superiores que también rodean la curva para no interferir en la fluidez general. Todo ello sin renunciar a la funcionalidad.
Por otro lado, el diseño de esta cocina ha exigido la fabricación de diferentes moldes para cada una de sus partes y el pegado de la chapa natural a las curvas, que ha supuesto un verdadero desafío. Una vez establecido el diseño, el paso principal fue pasar las medidas de plano a una plantilla física para fabricación y garantizar así que el mobiliario se ajustara perfectamente a las paredes y pilares de la estancia.
En este punto, la experiencia artesanal fue clave. Sin conocimientos de carpintería no se habría podido trasladar el proyecto a la realidad.

Almacenaje
En cuanto al almacenaje, el proyecto evidencia que la convivencia entre sofisticación y funcionalidad es totalmente factible. Las curvas, aparte de no restar capacidad ni accesibilidad, permiten organizar el espacio interior de manera eficiente, con módulos que optimizan la profundidad y se adaptan a la geometría. Además, la propia distribución en forma de galería con acceso a los dos lados la conecta con el resto de la casa e invita a ser vivida.
Además, la cocina esconde una cuidada ingeniería de detalles concebidos para sumar con discreción. Los muebles altos, totalmente lisos y sin tiradores apreciables, se abren con un sistema de uñero metálico escondido en la base de cada puerta. Por su parte, la iluminación LED integrada en la parte inferior de los módulos superiores proporciona luz puntual y cálida en la zona de trabajo, sin elementos que interfieran en la limpieza visual genérica. También los zócalos en el mismo material que los muebles, contribuyen a esa continuidad inmersiva que define todo el proyecto.
*Para más información: saitra.com








